Las estancias abandonadas fueron sin duda alguna de lo más curioso que vimos durante la travesía. Pueden encontrarse a lo largo de todo el río y nos fueron muy útiles para acampar y cocinar resguardados del furioso viento patagónico. Todas se encuentran a orillas del río, apartadas de toda civilización, rodeadas de kilómetros y kilómetros de paisajes desérticos. Dos de ellas, dan origen a los nombres de las dos mega represas: Cóndor Cliff y La Barrancosa.

Las estancias pertenecían a familias pudientes dedicadas a la explotación ganadera, pero la erupción del volcán Hudson en 1991 provocó un giro en el destino de estas propiedades. La enorme cantidad de ceniza y material volcánico fue letal para el ganado, imposibilitando la productividad de las estancias. El impacto de la erupción atravesó el país llegando hasta el Atlántico, donde los habitantes de los pueblos costeros debieron usar barbijos para no respirar las cenizas que llegaban con los fuertes vientos. Algunos caseros permanecieron por un tiempo en las estancias, pero se vieron forzados a abandonarlas definitivamente por el aislamiento y la falta de recursos. Todavía pueden encontrarse muebles, vajilla y hasta instrumentos musicales!

Con el tiempo, la mayoría de los terrenos fueron vendidos a precios irrisorios. Muchos de ellos fueron adquiridos por un tal L. Baez, casualmente en el área donde serían iniciados los proyectos de mega represas ¿Especulación, casualidad o corrupción? Lo único que sabemos es que los terrenos quedarán totalmente sumergidos una vez construidas las represas (si eso terminara ocurriendo). Nadie sabe por cuánto tiempo más podrán verse esas casas corroídas por el viento hostil, antes de poder ser visitadas únicamente con tanques de oxígeno y patas de rana.